¿Qué
es el estrés?
El estrés es la respuesta
automática y natural de nuestro cuerpo ante las situaciones que nos resultan amenazadoras
o desafiantes. Nuestra vida y nuestro entorno, en constante cambio, nos exigen
continuas adaptaciones; por tanto, cierta cantidad de estrés (activación) es necesaria.
En general tendemos a creer que el estrés es consecuencia de circunstancias
externas a nosotros, cuando en realidad entendemos que es un proceso de interacción
entre los eventos del entorno y nuestras respuestas cognitivas, emocionales y
físicas. Cuando la respuesta de estrés se prolonga o intensifica en el tiempo,
nuestra salud, nuestro desempeño académico o profesional, e incluso nuestras
relaciones personales o de pareja se pueden ver afectadas. La mejor manera de
prevenir y hacer frente al estrés es reconocer cuándo aumentan nuestros niveles
de tensión y ante qué estímulos o situaciones.
Síntomas
de estrés
Las señales más frecuentes
de estrés son: Emociones: ansiedad, irritabilidad, miedo, fluctuación del
ánimo, confusión o turbación. Pensamientos: excesiva autocrítica, dificultad
para concentrarse y tomar decisiones, olvidos, preocupación por el futuro, pensamientos
repetitivos, excesivo temor al fracaso.
Conductas: tartamudez u
otras dificultades del habla, llantos, reacciones impulsivas, risa nerviosa,
trato brusco a los demás, rechinar los dientes o apretar las mandíbulas;
aumento del consumo de tabaco, alcohol y otras drogas; mayor predisposición a
accidentes; aumento o disminución del
apetito.
Cambios físicos: músculos
contraídos, manos frías o sudorosas, dolor de cabeza, problemas de espalda o cuello,
perturbaciones del sueño, malestar estomacal, gripes e infecciones, fatiga,
respiración agitada o palpitaciones, temblores, boca seca.
¿Cómo
se produce el estrés?
Los eventos externos como
generadores de estrés no necesariamente deben ser muy notorios o intensos, sino
que pueden “acumularse” en sus efectos hasta que llegamos al límite. La manera
en que interpretamos y pensamos acerca de lo que nos ocurre afecta a nuestra perspectiva
y experiencia de estrés. De manera que con frecuencia es nuestra interpretación
lo que genera (o potencia) una reacción negativa de estrés, más que el evento o
situación a la que nos enfrentamos. Como ejemplo tomemos el caso de un alumno
acostumbrado a Matrículas y Sobresalientes que obtiene Aprobado en un trabajo.
La idea de que esa nota le puede afectar a su expediente académico y con ello a
sus posibilidades de conseguir una beca o trabajo al que aspiraba, puede tener
un efecto amplificador o multiplicador en su nivel de estrés convirtiéndolo en ansiedad.
¿Qué
hacer ante el estrés?
Las estrategias para
afrontar el estrés buscan prevenir o controlar los excesos en las demandas
procedentes del entorno o bien de nosotros mismos. En los casos en que la
situación que nos genera estrés es inevitable, como un examen o una lesión, el
desafío consiste en hacer frente a la situación de la manera más saludable posible,
lo cual incluye no seguir haciendo aquello que sabemos, por el pasado, que no
nos ha dado resultado. Para ello te sugerimos algunas estrategias que han probado
ser eficaces, y que pueden ayudarte a hacer frente a situaciones de mucha
tensión.
1. Relájate. Realiza
actividades que te permitan renovarte física y psicológicamente: descanso,
vacaciones, deportes y actividades de ocio, técnicas de relajación.
2. Haz ejercicio. Las actividades
físicas como caminar, nadar, o incluso limpiar el cuarto, reparan nuestras fuerzas
y nos reaniman.
3. Mantén una dieta saludable.
Evita la automedicación y el abuso de cafeína, alcohol y comidas.
4. Sé asertivo. Establece
límites, aprende a decir que «no».
Suspende las actividades que son menos prioritarias, es decir, “escoge
tus batallas”.
5. Organiza tu tiempo.
Prioriza y estructura tus actividades y expectativas.
6. Intenta mantener expectativas realistas. Esperar demasiado de
uno mismo o de los demás, exigirte perfección o ser inflexible con las
prioridades puede generar mucha frustración.
7. Comparte tus emociones.
Busca alguien con quien conversar y expresar tus emociones, tanto la risa como la
pena y la rabia.
BIBLIOGRAFIA:
Gabinete
psicopedagógico de la universidad de nueva granada