FISIOLGIA
DE LA ANSIEDAD
El Sistema Nervioso de los
seres humanos; la parte de nuestro cuerpo que nos hace responder ante las
situaciones percibidas, está dividido en dos partes: Sistema nervioso Central
(SNC) y Sistema Nervioso Autónomo (SNA).
Los movimientos voluntarios de nuestro cuerpo los controla el Sistema Nervioso
Central (SNC). Es el que permite que las
órdenes que enviamos desde nuestro cerebro a nuestros músculos se cumplan. Si decidimos evitar una reunión de
vecinos y quedarnos en casa viendo la TV, el
responsable será el SNC. La parte más automática, la desempeña el
Sistema Nervioso Autónomo (SNA). Cuando nuestro
organismo se enfrenta a una situación exterior o sensación corporal que
considera peligrosa, nuestro cerebro
manda una señal al SNA, que inmediatamente se pone en marcha (respuesta fisiológica) para intentar adaptarse.
Sentirnos con la cara roja o sofocada ante esa reunión de vecinos viene producido por nuestro SNA. El
SNA tiene como una de sus misiones prioritarias preparar nuestro organismo para
afrontar situaciones potencialmente
peligrosas o difíciles. La controla la parte más primitiva de nuestro cerebro; la que compartimos con multitud de
animales A su vez, el SNA, está formado por dos subsistemas, Sistema Nervioso
Autónomo Simpático y
Sistema Nervioso Autónomo
Parasimpático. Ambos son complementarios y antagonistas: Por ello una respuesta
de ansiedad o pánico no puede durar demasiado tiempo (realmente pocos minutos) porque tan pronto como el Simpático se acelera, el Parasimpático lo frena.
La ansiedad no es peligrosa, no te puede
pasar nada malo por estar ansioso: eso sí, es
incómoda y desagradable. Nadie se muere por la ansiedad a no ser que
padezca de alguna enfermedad coronaria
importante. Una vez el sistema ha vuelto a la normalidad, podemos sentirnos muy
cansados, o tener dolor de cabeza, de
espalda, náuseas, incluso vómitos u otras sensaciones. Es normal, se debe a
que nuestro organismo ha consumido mucha
energía, hemos tensado la musculatura y pueden
aparecer este tipo de sensaciones.
APRENDER
A CONTROLAR LA ANSIEDAD
Lo primero que debemos de
tener en cuenta a la hora de afrontar un problema de ansiedad, es saber que el objetivo no es terminar con
ella, sino reducirla de forma que no nos genere
malestar. No olvidemos, que experimentar cierto grado de ansiedad nos
prepara ante las situaciones y es adaptativa. Por ejemplo, cuando tenemos que
hablar en público, la ansiedad nos pone en guardia para realizar un discurso
coherente y estar atentos para resolver las dificultades. Sin embargo, no podemos permitir que sea tan
elevada como para no dejarnos intervenir. Siquiera si caminamos por la calle sin NADA de ansiedad,
podemos sufrir daños físicos: nos chocaríamos
por no evitar a una madre con el cochecito de bebé, pisaríamos los
charcos, nos tropezaríamos con las
farolas,... la ansiedad nos activa y prepara para los peligros percibidos.
a. Técnicas de control
Existen varios recursos que
nos ayudarán a manejar de forma correcta la ansiedad. Algunos de ellos han de entrenarse durante un
tiempo de forma gradual, esto es, empezar a aplicarlos en momentos de bajo
nivel de malestar, para después aplicarlos de forma automatizada en momentos
más difíciles; son las llamadas técnicas de relajación.
Otros, tienen un efecto
automático que reducirán rápidamente el malestar, sin embargo, tienen un
resultado distinto a los recursos anteriores. Se trata de medicamentos que controlan temporalmente las
reacciones ansiosas del sistema nervioso autónomo. Si bien en las primeras
necesitamos más tiempo para que el efecto sea el esperado, el trabajo es de uno
mismo. Interiorizamos una técnica de la que podremos disponer en el momento que
queramos, la atribución de la mejoría será interna (cambiamos porque nosotros
nos lo proponemos), y por lo tanto, su efecto será duradero en el tiempo. Sin
embargo, en las segundas, el efecto quizá sea más rápido pero lo atribuimos a
un factor externo, aspecto que no ayuda a la hora de mantener los cambios en el
tiempo. La elección de un sistema u otro; o los dos combinados depende de la
intensidad, frecuencia y por ende gravedad de la situación ansiosa.
BIBLIOIGRAFÍA
DE REFERENCIA:
Butler, G. Arrarás, J.I.
(1991) Manejo de la ansiedad. Programas
individual y de grupo.
Pamplona: Gobierno de
Navarra.
Davis, M., McKay, M. y
Eshelman, E.R. (2001) Técnicas de autocontrol
emocional, Madrid: Martínez Roca
Sapolsky, Robert M. (1994)
¿Por qué las cebras no tienen úlcera?. La guía del estrés. Madrid: Alianza
Editorial
No hay comentarios:
Publicar un comentario