LA EMOCIÓN
- A pesar de que día a día
experimentamos infinidad de emociones, nos es muy difícil definirlas. Las
emociones se viven, se sienten, se reconocen, pero sólo una parte de ellas
se puede expresar en palabras o conceptos. ¿Quién puede decir lo que sintió
cuando vio morir a un ser querido?, ¿o cuando vio nacer a su hijo? Es muy
difícil tratar de encerrar en una palabra la alegría o la tristeza, pero no es
así sentirlas a plenitud. No hay ser humano que pueda vivir un solo día sin experimentar
alguna emoción. No podría. Tendría que estar muerto. Porque la sensación de
sentirse vivo no se produce con el simple hecho de abrir los ojos y mover el
cuerpo, sino por la emoción que nos produce ver salir el sol, recibir un beso,
oler la hierba recién cortada. Si huelo, si como, si me acarician, si abrazo:
recuerdo. Con el recuerdo vienen conceptos, ideas, imágenes. Por ejemplo,
olemos la hierba recién cortada y decimos: ¡Mmmm, huele como los domingos de mi
niñez cuando mi padre cortaba el pasto! Inmediatamente viene a nuestra mente la
figura de nuestro padre, la del jardín de nuestra casa y nos emocionamos. Con
la emoción, nos vienen ideas: esos intentos de elaboración racional que buscan
atrapar en un pensamiento o en una imagen aquello que hemos experimentado
sensiblemente. Posteriormente, surge el deseo de convertir en palabras la
imagen que representa nuestra emoción, y si logramos hacerlo, la alegría que
nos embarga puede ser tan grande que nos sentimos obligados a compartirla con alguien
más.
Vivimos emocionados y
pensando .Cualquier cosa que una persona mencione, cualquier frase dicha, desde
un simple comentario, aparentemente inocente, hasta un pensamiento filosófico
profundo, reúne dos condiciones: es la manifestación de un pensamiento, pero
también la inevitable expresión de una emoción. Por mucho tiempo hemos
considerado equivocadamente que el pensamiento y la emoción eran cosas
distintas que podían separarse. Que la mente del hombre funcionaba mejor sin la
interferencia de estados emotivos, ¡como si fuera posible ignorar las emociones!
Sobran ejemplos en la historia pasada y reciente que comprueban hasta dónde
hemos sido capaces de llegar los hombres con tal de reducir la emoción a una categoría
de primitivismo y compararla con una falta de desarrollo humano.
BIBLIOGRAFIA
Libro
de las emociones. Son de la razón sin corazón
Autor:
Laura Esquivel
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